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Hasta que el dinero nos separe
Hasta que el dinero nos separe: Rafael Medina es un sencillo comerciante que vende de todo con tal de sostener a su madre y a su hermana. Una desafortunada noche, al volver a casa en su viejo automóvil de una desastrosa cita de negocios, saca de manera accidental de la carretera a un automóvil que cae por un abismo profundo. Tras dudarlo bastante, Rafael escoge ir en auxilio del accidentado conductor, y está con una hermosa mujer, de nombre Alejandra, que está destrozada y delirante. Rafael transporta a Alejandra a una clínica, y aquí su historia sufre un giro total e inesperado, que lo va a hacer cuestionarse si valió la pena sacarla de ahí y salvarle la vida.
Al llegar a la clínica, la policía lo arresta por presentarse con un herido de sangre. Además, Alejandra lo delata con la poca lucidez que le queda. Rafael debe, ya que, confrontar un infierno legal y barato.
Alejandra sufre múltiples y graves fracturas en todo el cuerpo. Se encontraba próximo de casarse con un distinguido, inquietante y repudiable abogado, y el incidente le estropea completamente la boda. Su automóvil está completamente despedazado y el seguro no cubre todas las reparaciones; encima, recibe una cláusula de incumplimiento por no presentarse a la firma de las escrituras de su futuro apartamento y pierde negocios destacables. Además, la convalecencia la aleja de su trabajo de ejecutiva en el transcurso de un mes, lo que le ocasiona enormes pérdidas a su compañía. Alejandra debe entonces someterse a una delicada operación con terapia de rehabilitación en los USA, no obstante, no posee cómo abonar los perjuicios, ya que su familia, aristocrática y muy pudiente en el pasado, atraviesa por serios inconvenientes baratos y tiene todos sus bienes embargados. Rafael llega a un convenio con el novio de Alejandra. Le pide que lo deje salir de la prisión a cambio de abonar el dinero que él nunca vió en toda su historia. El convenio es muy sencillo: Alejandra pide un préstamo bancario por ese dinero (pues a él nunca le prestarían nada en un banco) y él se compromete a pagarlo a lo largo de tres años, a razón de treintaiséis cuotas por mes de ciento cincuenta mil pesos; un número absurda si se piensa que en los especiales meses de su historia solamente logró ganar cinco mil pesos. Sin estudios universitarios, Rafael inicia una carrera loca por encontrar un trabajo que le ofrezca bastante más de seis millones de pesos. La localidad es riguroso y, como es de sospechar, no lo consigue. No obstante, hay otra oportunidad: en esta ocasión, aunque odiándolo, va a ser Alejandra quien emplee a Rafael en el concesionario de coches para que el trabaja. Los dos empezarán a trabajar juntos, en la mitad de un enorme infierno generado por las presiones económicas y por los reproches de ella debido al incidente. Rafael trabajará sin tregua las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, bajo el látigo insuperable de Alejandra. Los dos comprenden que tienen que soportarse por un tiempo, hasta que el dinero los separe. Es una relación de odio, pero los dos dependen mutuamente, distribuyen un largo tiempo y muchas aventuras juntos, y, sin quererlo, su relación va a proporcionar un giro de 180°. Desde ese momento, nace el cariño entre ellos más allá de las interferencias de sus familias.